Rodrigo Cuevas (Oviedo, 1985) no deja indiferente a nadie. Desde una pequeña aldea asturiana ha creado un sonido personal que mezcla el folclore con el cabaret o electrónica y llega a lugares como el WiZink Center de Madrid o París, donde actuará en 2025. Este fin de semana su Romería llega al festival MUWI de Logroño, en el que actuará el sábado. Será la segunda vez que la capital riojana danzará su “valse” y gritará con “veleno” en la lengua. Si la música es rompedora, sus letras son pura ironía, crítica o desahogo. No tiene miedo al posicionamiento político, en sus letras o en redes sociales, y reconoce que para él es lo natural, como también es defender que los pueblos no pierdan su identidad amenazados por la despoblación.
Vuelve la Romería a Logroño después de presentar el disco en Riojaforum en septiembre. ¿Cómo ha evolucionado el espectáculo?
Ahora vamos con bailarines, que es una maravilla. Son cuatro bailarines que se llaman Las Perfectas, que como su propio nombre indica son perfectas y entonces, ahora la romería es más fiesta todavía porque hay cuerpos de baile. El sábado vamos a estar en un festival, la gente va a estar de pie, va a ser más parecido a una romería de verdad.
Nuestro folclore aquí es la jota. ¿Se va a atrever con alguna?
Tenéis jotas y tenéis muchas más cosas, no se olviden. Muchas veces lo que se coge como patrimonio o insignia del lugar lo único que hace es dejar otras muchas cosas fuera. Tenéis jotas, pero también tenéis nanas, seguro que tenéis pasodobles, tenéis colombianas. Hay un archivo de la música tradicional riojana muy potente colgado en internet de acceso libre y hay muchas más cosas que jota. Entonces no sé, pero con algo riojano seguro que me atrevo.
No somos salvadores del folclore, pero es una maravilla si a través de nuestros proyectos la gente lo escucha
Rodrigo Cuevas
Hay un movimiento actual de coger esas músicas y cantes populares y traerlos a la actualidad, mezclándolas con otros ritmos más electrónicos por ejemplo, haciéndolas mainstream.
Más que traerlas a la actualidad es traerlas a nuestros proyectos personales de escenario. No somos ningunos salvadores del folclore ni nada de eso, somos artistas que nos damos cuenta del valor estético y artístico que tiene la música tradicional y la utilizamos para nuestros proyectos personales. Que a raíz de eso la consecuencia sea que haya más gente que lo escuche es una maravilla, está muy bien, y además gente que toque la pandereta, que cante, que baile, que utilice el folclore en su día a día… Pero nosotros no somos ningunos salvadores, más bien lo contrario, nos venimos a aprovechar un poco del folclore, que es de todos.
Muchas veces se considera la cultura popular como algo vulgar, inculto. Creo que eso sí están consiguiendo cambiarlo.
Varias de las consecuencias buenas que tienen los escenarios es que la gente escucha folclore y después puede investigar sobre ello. Es una dignificación de todo el trabajo que hizo la gente que vino antes que nosotros de poner en valor el patrimonio inmaterial que es de todos, que es nuestro, y que durante ciertas épocas no se le hizo caso o se enfocó de una forma que no es atractiva para la gente.
En su caso, ¿qué es lo que hizo que su música vaya por ahí, que apostara por la música que hace?
La fascinación que me produce la belleza del folclore y de la gente que lo canta y toda la historia y el conocimiento que hay dentro, como metido entre líneas.
Su música mantiene el tono festivo de la música popular y lo aprovecha para lanzar mensajes potentes entre una picardía y un toque mordaz muy único. ¿Es la clave para enganchar al público?
El folclore siempre ha hecho eso, coger espacios más inocentes como podría ser un baile y dejar mensajes con retranca, dobles sentidos. En una sociedad asfixiante como eran las sociedades rurales antiguas, con mucha presión social de unos sobre otros, el baile era el lugar de decir muchas cosas que no podías decir en otros lugares. Entonces yo también cojo ese espíritu para decir cosas a través de las canciones.
Generar cultura propia es lo que puede evitar la despoblación, si no, tenemos urbanizaciones, no pueblos
Rodrigo Cuevas
Además, reivindica mucho la cultura en las zonas rurales. Se habla mucho de hacer carreteras, llevar a internet a los pueblos, pero la cultura se olvida y no llega. ¿Por qué es tan importante que lo haga?
Yo creo que lo importante es que se genere también. En los pueblos hay muchísima cultura, mucha cultura popular, mucha cultura doméstica, quizás más que en las ciudades. Lo que igual no llega tanto es lo que se denomina alta cultura, no hay museos, no hay teatro… Es importante que haya las dos direcciones, que llegue ese tipo de cultura, pero que también se genere. Y que la cultura sea un motor de dinamización de la propia sociedad rural. No tiene por qué llegarnos la cultura solamente porque eso no es transformador, pero también en las ciudades, lo que tenemos que hacer es generar esa cultura, que es lo que nos da una identidad, lo que nos hace ser un pueblo, lo que nos hace ser un país, la cultura es lo que nos hace ser humanos. Y tenemos que generarla nosotros, nuestro grupo de personas.
Y en el caso de los pueblos, ¿podría ser entonces un arma contra la despoblación?
Los pueblos fueron los mayores generadores de cultura cuando había mucha gente en ellos. Cuando se deja de generar es cuando se despueblan porque si no hay personas, y si no hay gente joven sobre todo, que es la mayor consumidora y productora de cultura, los pueblos quedan vacíos de identidad y de apego. Todo es como una rueda que se alimenta.
¿La repoblación es interesante? Si no hay una identidad y una generación de cultura propia y, por tanto, un apego, no. No es interesante que repoblemos los pueblos para que se conviertan en ciudades dormitorios, como suburbios de gente que cada uno vive en su casa con su independencia y la vida la haga en las ciudades. La generación de cultura propia desde el pueblo es lo que puede evitar la despoblación y puede ayudar a que la gente que llegue se sume a esa cultura propia y a esa identidad. Si no, tenemos urbanizaciones, no pueblos.
La cultura también sirve para dejar mensajes políticos. Usted se posiciona abiertamente mientras otros muchos artistas prefieren quedarse en silencio. ¿Es atrevido lo que hace o es lo natural?
Yo creo que es lo natural. Tan político es posicionarse como no posicionarse, eso es lo que tendría que tenerse claro. Porque ahora hay mucha presión hacia el que se posiciona y no al que no lo hace. Y al final es tan política una cosa como la otra. Lo natural sería posicionarse hacia ciertas cosas porque los artistas somos personas que tenemos un poder transformador muy grande de la sociedad. Entonces, tenemos que utilizarlo para bien. Somos los que nos explicamos a nosotros mismos como sociedad. Por ello, para mí es muy importante posicionarse porque no hacerlo es mucho peor.
Una frase de una canción suya dice que “Un verdugo mata un hombre y una mala lengua a un mundo”. ¿Qué nos está matando como sociedad?
Nos está matando por un lado la gente que quiere volver atrás en todos los derechos conseguidos y en la libertad y, por otro lado, toda la gente que no se posiciona, precisamente, toda la gente que piensa que como no le va a afectar se mantiene en silencio.
Ya para acabar, ¿en qué trabaja ahora, cuánto le falta a esta gira de la Romería y qué será lo próximo que podamos esperar?
A la Romería le queda hasta abril, el verano es largo y duro pero la gira está yendo muy bien. Y luego lo siguiente no sé que va a ser, la verdad. No tengo nada todavía que pueda contar.